Madre Teresa, Dios y el dolor.

Escrito en junio de 2019.


A menudo pensamos que los santos poseen una personalidad hermética. Olvidamos que son personas humanas como nosotros y pasan por diversas fases de alegría y otras fases de dolor.

Revisando la vida de Madre Teresa, mientras yo estoy sentado frente a una computadora, apenas me es posible imaginar el dolor, la soledad y la duda que la debió embargar en los años que llevó a cabo su labor misionera. Teresa de Calcuta, pasó de la tranquilidad de un convento a convivir directamente con el rostro más cruel y devastador de la miseria. Y ninguna descripción que yo realice, por más detallada que sea, podría superar a la crudeza de realidad.

Rodeada de pobres y deshauciados, Teresa de Calcuta debió preguntarse varias veces si realmente existía un Dios capaz de permitir tanto sufrimiento. Otras tantas, cuando era adulada por los ricos y benefactores, debió sentir la tentación de abandonar la misión y retirarse a la tranquilidad de algún monasterio. Mas ella, se venció a si misma y venció al mundo. Se mantuvo firme en la convicción que Dios había puesto esa misión en su vida, y aunque la consumía la soledad, usó ésta como fuerza para continuar su labor misionera.

Foto: José Mayans/CIRIC

Hay dos clases de dolor: El dolor de la desesperación, que nos aleja de Dios y el dolor que nos conduce a reforzar nuestra fe. Me causa pesar y admiración pensar que Teresa de Calcuta padeció ambos, y que por encima de eso, no se rindió.

Muchos de nosotros también llegamos a sentir dolor en diversas circunstancias de nuestra vida. Contemplar la vida y el ejemplo de Madre Teresa, nos puede ayudar a comprender que podemos sobreponernos al dolor para transformarlo y construir algo diferente, para seguir buscando a Dios, aunque no sintamos su presencia, para vencer nuestras propias debilidades y mantener la confianza en que hacemos lo correcto.

Publicado por Orlando Káiser

Comunicador, me gusta la filosofía y las series tailandesas. Sígueme en redes sociales como: @ElmurodeKaiser

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